3 de junio de 2008

Cibercultura

Las redes sociales se articulan a formas de sistemas de información y sistemas de comunicación. El patrón de comportamiento ajustado a una guía de acción nos lleva al mundo de la cultura, configuración con altas connotaciones de estabilidad. Hay formas culturales diversas, pero también hay conceptos de cultura alternos, y lo más importante, existe la posibilidad de construir formas culturales distintas. Siendo en principio la cultura el mundo del sentido, del significado, asociado a formas fijas y estructuradas, tiene un perfil asociado a formas sociales que permite ver diferencias en tipo de asociación según su configuración de complejidad. Las tres metáforas con que serán exploradas estas grandes formas son el texto, la gramática y la estructura.

Las sociedades de información tienen una base de cultura texto, todo lo que significa, lo que connota sentido de la vida y lo social está cifrado y fijado en formas simbólicas donde el texto y la lectura del texto están cifrados en un mismo tono y dirección. Esto permite que el grupo gobernante escriba el texto vida social y que los gobernados lo escenifiquen al pie de la letra, es una puesta en escena guiada por la dirección marcada por los únicos escritores que además son los dirigentes de la organización.

Las sociedades de información totales tienen un control absoluto sobre el sistema de información social, el grupo en el poder maneja todos los hilos de lo que circula sobre lo que es pertinente para dominar. La religión fue un campo adecuado para organizar esta forma de orden. El sistema de comunicación está construido en forma vertical, conectando lo pertinente con la punta de la pirámide, los demás contactos son irrelevantes o de segunda.

El siglo XX y su antecedente promueven la vida social de los medios de difusión masiva. El contar con lectores promueve el interés de las voluntades de poder por escribir para ellos. El modelo es el de pocos escritores y una multitud de lectores. La sociedad de información se complejiza en la emergencia de la sociedad de comunicación, plena de opinión y de deseos de participar en el poder central que lo organiza y dirige todo. En ese tiempo se desarrolla con gran intensidad el aparato educativo, un promotor de lectores en forma masiva, y un formador de escritores en forma muy selectiva. Los demonios no se liberan del todo, la regla sigue siendo que unos nacen para mandar, para crear, y los demás para obedecer, para seguir las directrices de los creadores especiales y escasos.

Las sociedades se diversifican y expanden en mercado y se presentan nuevas condiciones y formas de configuración social. En el primer mundo aparece el lector escritor, un individuo que sobreeducado en la importancia de su personalidad única, entra en contacto con otros y forma redes de individuos que se perciben como potenciales constructores de vida social alterna e independiente de los hilos de la dominación. Este es un fenómeno que constituye en frente de lucha distinto a los conocidos, se le denomina cultura para separarlo de la política tradicional de las sociedades de información y de comunicación. Aquí aparecen sistemas de información alternos y formas sistemas de comunicación, que promueven la autonomía regional y sectorial de grupos y redes de grupos. El poder oficial no mira con simpatía este movimiento, y por la vía económica del mercado o la vía política de la institucionalización corporativa, trata de ligar lo independiente con el orden común. Y ahí vamos, este es el territorio de una parte del mundo actual.